Hace poco supe que internaron y operaron de urgencia a Roberto Gómez Bolaños, nuestro querido Chavo, ese ser tan especial que fue capaz de crear el personaje más tierno y querible de la televisión de todos los tiempos. Y me preocupé, me preocupé mucho por él. Porque Roberto tiene más de ochenta años, y todos estos contratiempos, aunque salvables, lo acercan más y más al día en que deba dejarnos. Y no sé si el Chavo seguirá siendo divertido cuando Roberto ya no esté. No lo sé. Hoy veo las películas de Chaplin o de Cantinflas - otros dos grandes irreemplazables - con un dejo de tristeza, y a veces reteniendo una lágrima. No puedo evitarlo, me cuesta apartarme de la realidad. Pude ver fotos de Carlitos Chaplin, muy anciano, en una silla de ruedas. Él, justamente él, tan activo, tan capaz, tan completo y talentoso que escribía sus guiones, los actuaba, los dirigía y hasta componía la música magistral que hoy perdura separada de los filmes. ¿Cómo se habrá sentido en esos últimos días? Ojalá la vida lo haya bendecido en esa etapa, borrando de su memoria todo lo que hoy recordamos de él. ¿Y Cantinflas? Otro héroe inolvidable de nuestra niñez que partió hacia el cielo. De sus películas, algunas en blanco y negro, recuerdo sus pantalones caídos, su bigote travieso y su inimitable verborragia a la hora de intentar explicar algo. Y de su partida retengo especialmente a una mujer mexicana que, entrevistada por un cronista televisivo, dijo llorando desconsoladamente: - Se nos murió Marito, señor… Ahora sólo nos queda el Chavo… Nos queda el Chavo… No sólo al pueblo mexicano, que debe sentir orgullo por los dos grandes que he nombrado; el Chavo nos queda a todos. Al mundo, y a nosotros, los argentinos, que lo adoptamos inmediatamente, haciéndolo tan nuestro como Minguito Altavista. La gente que hace reír debería tener prohibido morir. Ciertamente, esa virtud debería ser una razón y un requisito para quedarse aquí, con el compromiso de seguir alegrando la vida de todos los que vayan llegando. (A pensarlo si algún día se rediseña la vida.) Reír es como hacer el amor. Creo que son las dos únicas cosas que hacen que el hombre olvidé que algún día deberá dejar este mundo. ¡¡Fuerza, Chavo!! Todavía te necesitamos…Todavía necesitamos seguir riendo…
Ruben, ellos sí vivieron, no por la cantidad de años, llenaron sus vidas de experiencias únicas y crearon mundos, fueron más que padres, fueron dioses de la creación en el arte de entretener y hacer pensar... si habrán vivido y muerto sabiendo que hicieron su parte y la de muchos más, esos que se contentan con ser mediocres, tanto que ni saben lo que es trascender.
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