En estos días en que gran parte de los argentinos se sienten
un poco técnicos de futbol y/o jugadores retirados que podrían haber hecho esos
goles que se erran o se pierden día a día, es bueno recordar que el Futbol,
como todos los deportes, requiere ser practicado en ambientes adecuados, ya sea
canchas cubiertas o simples potreros bien delimitados. Sin salir del tema, y
para ilustrar lo que digo, recuerdo ahora una vez que, en un hospital, me
encontré de frente con un viejo amigo. Él apenas caminaba, ayudado con muletas, y
estaba totalmente enyesado desde la cintura hasta su pie derecho.
- ¿Qué
te pasó? – le pregunté, asustado.
- Es
largo de contar… un accidente – contestó.
- ¿Un
accidente? ¿Con el auto? – pregunté.
Él se apoyó contra la pared y
dijo:
- No,
fue jugando al futbol.
- ¿Eso
te hicieron de una patada? – pregunté.
- No,
esperá que te cuento del principio… Teníamos que jugar con los del barrio de
enfrente. Pero ellos elegían el lugar. Cuando llegamos, la canchita que habían
elegido estaba en medio de un rancherío, no estaba alambrada y adentro había
chicos, perros, patos, gallinas y todo bicho que se te ocurra. Los corrimos a
todos de la cancha y empezamos a jugar con ese público tan especial. A los
pocos minutos me mandaron a patear un córner. Fui con la pelota hasta donde
suponía que estaba la esquina de la cancha y la acomodé en un bordito. Mientras
tanto mis compañeros se ubicaban frente al arco. Me alejé unos cinco metros y
tomé carrera. Y ahí fue…
- ¿Qué
pasó? – pregunté.
- Justo
que estoy por patear se me cruzó un chancho.
- ¿Un
chancho?
- Sí,
un chancho de unos cien kilos. Salió de entre los yuyos. Le pegué la patada a
él, al chancho. Me quebré la tibia, el peroné y el fémur – dijo señalándome el
yeso.
- Me
imagino el dolor – le dije arrugando la cara.
- No,
esto no es nada – dijo él -, el que está jodido es el que cabeceó el chancho.
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